La práctica de valores hará cambiar a Chimbote

Ayer lunes fuí con mi padre a encargarnos de las ventas del negocio que tenemos en la Av. Pardo, en pleno corazón de la ciudad. Eran casi las 7 de la noche, y estaban preparando uno de los castillos que formarían parte de la serenata al Santo Patrón de Chimbote, San Pedrito, muy cerca a nuestro puesto comercial. Desde que abrimos las ventas iban viento en popa, a cada instante venía gente que se dirigía a la Plaza de Armas a espectar el recital de Eva Ayllón, Pedro Suárez Vértiz, Tito Nieves y Los Villacorta; de sol en sol, empezamos a juntar considerables sumas de dinero.

Unas cuántas horas después, empezaban a quemar los castillos que habían sido preparados, y le tocaba el turno al que estaba muy cerca a nosotros. Previamente, los efectivos de serenazgo colocaron una barrera de cintas de seguridad para evitar daños. Yo me coloqué detrás de ella, pero lo más cerca posible para ver los fuegos artificiales. Mi padre estaba dentro de la barrera, pero lejos del castillo, su prioridad era que cogieran productos del puesto, por eso se colocó cerca.

Prenden el castillo y ¡boom!, comienza el espectáculo. Luces de todos los colores que transmitían alegría y espíritu marítimo en una fecha tan especial para los chimbotanos. Sin embargo, algo andaba mal; en uno de los pisos del castillo se habían desprendido uno cuántos cohetes, casi ocurre una desgracia. Felizmente, uno de los encargados tenía agua para apagar el fuego resultante.

Termina el castillo, y todos pasaron a ver los otros que faltaban por quemarse. Yo me fui a buscar a mi papá y me comentó que felizmente evitaron algo terrible. De pronto uno de los trabajadores, cuyo nombre nunca le pregunté, se acerca donde mi padre y le da un dinero, era del agua que cogieron para apagar ese fuego, era de carácter de urgencia. Mi papá más que sorprendido, lo acepta, porque la verdad que ni él ni yo nos dimos cuenta que habían cogido una botella de agua.

Chimbote cada vez sorprende con gestos tan emblemáticos como este, que quizás pasen desapercibidos para algunos, pero para otros, pueden significar muchísimo.